Pareciera que el poco conocimiento de la materia penal y su ignorancia en el nuevo modelo acusatorio adversarial, fueron los criterios que prevalecieron en el Congreso local para la elección del nuevo Fiscal General del estado, Uriel Carmona Gándara.
Por la vía rápida, sin consensos y como integrante de una terna que llevó como relleno al otrora fiscal Javier Pérez Durón y al fiscal anticorrupción Juan Salazar Nuñez, ambos considerados como meras marionetas del gobernador Graco Ramírez y su hijo Rodrigo Gayoso, surge la propuesta de Uriel Carmona.
En efecto el nuevo Fiscal proviene de una reconocida familia de abogados, pero especialistas en el derecho notarial; de hecho, el ahora fiscal se desempeñaba hasta antes de su designación como notario público número 6.
De la presunta autonomía que tendrá el nuevo fiscal general, de sus conocimientos plenos para el óptimo desempeño como ministerio público del estado y de la entereza que acredite en su desempeño para dar trámite a las múltiples denuncias que habrán de proliferar en contra de la familia en el poder, pronto tendrá que dar muestras para aspirar a la credibilidad y reconocimiento de méritos y cualidades.
El hecho que los otros dos integrantes de la terna no obtuvieran un solo voto y Carmona Gándara recibiera 22, habla de una cosa, o bien no había mejor opción para votar que el notario, o bien hubo línea para sacar del escenario a Pérez Durón, justo antes de que las cosas se compliquen por la transición que se avecina.
El nuevo fiscal tendrá una vigencia para su desempeño de 9 años, por lo cual será quien le toque integrar los procedimientos legales contra los múltiples actos de corrupción de Graco Ramirez y su familia. Será quien lo llame a cuentas, o simplemente no.