De unos años a la fecha la mayoría de quienes viven de la política, es decir del dinero de nuestros impuestos, dejaron de sernos útiles y se fueron transformando -en los hechos- en los principales enemigos de los ciudadanos a los que prometieron ayudar.
A reserva de lo que usted opine, hoy día hacen mucho más daño a este país, a las entidades o los municipios, que los propios delincuentes organizados.
Una vez en los cargos administrativos o de representación popular buscan el bien personal, el de sus familiares y de los amigos.
En dos o tres décadas han desmantelado las instituciones nacionales, en los estados y los ayuntamientos. Literalmente hundieron a la nación.
¿Ejemplos? aquí en Morelos sobran, ya ve usted que algunos de quienes como legisladores locales sentían que la tierra no los merecía, como el caso de las ex diputadas, Beatriz Vicera Alatriste y Hortencia Figueroa Peralta, andan huyendo de la justicia. Y faltan otros, que le operaron al ex gobernador Graco Ramírez, para que robara miles de millones de pesos como el priista Francisco Moreno Merino o los hermanos Julio y Roberto Yáñez Moreno, qué decir de Julio Espín Navarrete.
Bueno, se advierte ya que algunos de ellos, que se saben delincuentes, piensan huir de México y buscar en el extranjero evitar la cárcel.
Lo que es la vida, nos tocó soportar su soberbia, autoritarismo y desprecio a la sociedad cuando estaban en funciones; se creían los dueños del mundo, y hoy piden clemencia.
En conjunto esos individuos, sumados a Graco, causaron daños irreversibles a la entidad; mucho más que la maña.
Porque además ellos se coludieron con ésta y caminaron a la par, teniendo como administrador del dinero procedente del delito al tijuanense Jesús Alberto Capella Ibarra, colocando al frente de la Comisión Estatal de Seguridad para tal efecto, por la lacra de Ramírez Garrido, pues este individuo inundó a Morelos de rufianes policías de Tijuana, y anda ahora haciendo de las suyas en Quintana Roo. Lástima por aquella entidad hermana.
Ese es el perfil de la mayoría de los politiquillos advenedizos e improvisados, que van con el único objetivo de robarnos, confiando en que forman parte de “la maña” y de grupos mafiosos del poder; que por muchos años les han ofrecido impunidad.
A pesar de la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República, y de los nuevos gobiernos emanados de su coalición en la elección del año pasado, las cosas no han mejorado mucho todavía en ese aspecto.
Sólo échenle un vistazo a lo que pasa actualmente en el Congreso local; la mayoría absoluta de «representantes populares» sólo llevando agua a su molino, no pocos también comedidos con los mañosos, que ya vienen despidiendo a cientos de empleados para colocar a sus familiares.
Todo lleva a considerar que en unos dos años serán ellos los que estén huyendo, igual que sus antecesores, para salvarse de ir a prisión.
Y como es una enfermedad de la que parecieran no salvarse esos politiquillos, también son ya soberbios y groseros, insoportables.
No obstante, también habría que recordar que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen. Mientras no sepamos elegir estamos perdidos.