A todos los niveles
Si a nuestros abuelos, aquéllos que honraban sus apellidos, les hubiera tocado vivir estos tiempos se habrían muerto ya muchas veces, por el decepcionante papel de sus sucesores en este México.
Quienes teníamos la responsabilidad de continuar su legado de honestidad, respeto y honorabilidad, les fallamos.
Permitimos que nuestros hijos e hijas empezarán a descarrilarse y hoy sufrimos las consecuencias, muchos tomaron el camino fácil de la perdición y la delincuencia, nos han rebasado a todos.
Mil disculpas a quienes, a pesar de tantos obstáculos, continúan formando generaciones de bien; sin embargo, en medio de esta descomposición parecieran los menos.
Y no nos vengan con la excusa de que es a causa de la pobreza, porque ofenden a millones de familias que viven en condiciones económicas deplorables y que mantienen el honor y el respeto a salvo.
No vamos a defender a las autoridades, porque salvo honrosas excepciones, son partícipes de este terrible desastre en el que vivimos, porque en todo caso hay un sistema de Gobierno sumido en la corrupción, sumado a esos padres irresponsables que procrean hijos para abandonarlos a su suerte, y son quienes nos tienen en este estado de cosas.
Sí, vemos con miedo la presencia de jóvenes extraviados como Maximiliano, quien a sangre fría asesinó a los líderes de ambulantes en el centro de Cuernavaca, y ahora a los tres presuntos responsables del feminicidios de Mariana, estudiante encontrada en las inmediaciones Beraka.
Ellos, como miles de adolecentes y jóvenes, una vez fueron inocentes niños a quienes se supone que sus padres debían de guiar por el camino de la decencia y las buenas costumbres.
No habrá manera de recomponer las cosas, mientra como padres de familia no asumamos el compromiso que es traer un hijo a este mundo.
Y tampoco hay que excusarse con aquello de que «es que no logré llevarme bien con mi pareja».
Se puede aceptar la separación, pero si hay descendientes tendrán que atenderse, así sea cada quien por su lado.
Personalmente, admiro y respeto a aquel varón que cuando se requiere se pone el mandil para ayudar a su mujer en las tareas de la casa, y no al que llega de bravucón insultando a su cónyuge y agrediendo a todos en casa; ese no es un hombre, es una bestia.
Igual y se tendría que pensar en alguna propuesta de ley para sancionar severamente a quienes incumplen con sus obligaciones para con sus hijos, y desarrollar una intensa campaña a fin de intentar recuperar valores antes de que las cosas se descompongan más.
Insistimos, buena parte del escalofriante nivel de delincuencia que padecemos, surge desde el seno del hogar.
Por eso, como dice otra excelente expresión, no preguntemos qué hace este país por nosotros, preguntémonos qué hacemos nosotros por México, porque duele decirlo, pero es el fiel reflejo de lo que los mexicanos hacemos por él.
En el caso de los estudiantes, presuntos culpables de la muerte de la joven, sería bueno saber quiénes son sus padres, por que tienen mucha culpa de las acciones de sus descendientes.