Aún en aquellos años de absoluto dominio del poder Ejecutivo sobre el Legislativo y el Judicial quienes lograban ocupar alguna curul en el Congreso del estado se esforzaban más por guardar las formas, y cuidar su imagen ante sus representados.
Pero, desde algunas legislaturas a la fecha, ese aparente equilibrio entre poderes se perdió. Ahora la mayoría de quienes tienen el privilegio de ser legisladores muestran con descaro su desinterés por los problemas del pueblo y literalmente llegan a robar.
A reserva de ver en adelante que pasa con la actual legislatura, sí podemos afirmar que la pasada fue la peor legislatura en toda la historia de Morelos. Los que se fueron, sin consideración alguna, se amafiaron con el ex gobernador Graco Ramírez para atracar con todo.
Nos referimos a sujetos como Francisco Moreno Merino, priista; Hortencia Figueroa Peralta, perredista; Julio Yáñez del PSD o Beatriz Vicera Alatriste que venía del PRI, pero acabó en los brazos de Graco. Robaron conjuntamente con el tabasqueño como jamás se había visto y, hasta hoy, no hay nada que nos indique que serán llamados a cuentas.
Habría que recordar que quienes conforman la actual legislatura aprovecharon el desprestigio con el que terminaron sus antecesores para ganar simpatía social. Juraron y perjuraron que llegando meterían a la cárcel a cuanto lo ameritara, y mire que para ello sobran razones, pero apenas tomaron protesta y la absoluta mayoría le dieron la espalda al pueblo, y a todos aquellos que confiaron en sus promesas.
En este momento, por ejemplo, siguen agarrados de la greña con el fin de colocar cada quien a su gente en los espacios más rentables tanto en la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Morelos (CDHEM) como en la Auditoría Superior de Fiscalización. Éste último organismo, controlado por los propios diputados.
En medio de toda clase decisiones nunca han logrado unidad interna; forman pequeños grupos que suelen romperse con mucha facilidad, dado que su actuar no es en bien de su pueblo; domina el interés personal. Cuando arribaron en septiembre del año pasado la bancada de Morena y sus aliados era la dominante, pues ganaron de calle en las urnas.
Pero bastaron unas semanas para que ese partido perdiera el control, porque sufrió desprendimiento y surgieron mini grupos. Ahora, vuelven a intentar formar un bloque mayoritario de 14 legisladores contra seis, porque no comparten el actuar de aquellos.
Y es que se habla de graves violaciones a la propia Ley Orgánica del mismo Congreso en aquello de adjudicarse posiciones, comisiones y atribuciones que deben pasar por la Junta Política y de Gobierno.
Por la vía del mayoriteo y violando normas legales, caminan reproduciendo acciones de corrupción que en campaña reprobaban de sus antecesores. Actúan con la única razón, la mayoría busca aparentar antagonismo con el Poder Ejecutivo, simulando autonomía y equilibrio, pero no hay tal; son posicionamientos que traen detrás inconfesables apetitos de poder y dinero, sin merecimiento alguno.
Ya veremos cómo entre esos 14 que formaron el bloque mayoritario se distribuirán posiciones, tanto en la Auditoría como en la Comisión de Derechos Humanos.
Es triste decirlo, pero buena parte de ellos saben de legislar lo que usted y yo sabemos de astronomía. Muy pocos se salvan de esa calificación. Por lo tanto, habrá que ir siguiendo sus pasos para cerrarles la puerta en el 2021, porque nos engañaron como a chinos.